miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cómo conseguir la lista de la compra

Misión imposible. Sí, una auténtica misión imposible es intentar llenar la nevera y la despensa de nuestra pequeña casa de veinte metros cuadrados.

Todo comienza bien. Dedicas un tiempo a hacer una lista de todas las cosas que necesitas. Después haces una segunda lista de las cosas comunes que se necesitan para la casa. A continuación metes bolsas en tu mochila. Y, por último, dedicas varios minutos a mentalizarte de la paliza que supone salir a comprar.

Quizás penséis: “claro, una paliza, como para todos”. Puede ser. Es una paliza si tienes que ir en bici hasta un supermercado que está a cinco kilómetros de tu casa porque es el más económico. Es una paliza si no puedes comprar más de dos cartones de leche porque luego no puedes transportarlos. Es una paliza si tienes que recorrer cada esquina de dos supermercados para encontrar los productos más baratos. Es una paliza si haces esperar a más de cinco personas en la cola durante más de diez minutos porque no consigues meter las pocas cosas que has comprado en tu mochila y en una bolsa, que luego irá en la cesta de la bici y encima te entra tal ataque de risa que no puedes ni pensar en cómo colocar todo. Es una paliza (de estómago, esta vez) si sólo puedes comprar carne envasada o pescado congelado en pleno Polo Norte. Es una paliza (intelectual ahora) si tienes que intuir qué puede ser lo que pretendes comprar, porque todo está en finés, sueco o hasta chipriota antes que en inglés, francés o español, que son las tres lenguas internacionales. Es una paliza si en la vuelta a casa tienes que hacer más esfuerzos por que el manillar de la bici no decida llevar su propio camino que por pedalear.

Y todo esto sin olvidar las lindas cuestas, hacia arriba obviamente, porque sino, no serían lindas, que marcan el camino hasta nuestra casa.

Ahora bien, esta paliza compensa cuando llegas, colocas toda la comida en su sitio, ves que la nevera y la despensa están llenas (a pesar de saber que en una semana se volverá a repetir todo el proceso) y te tiras en la cama para recuperar el aliento. La aventura continúa cuando decides empezar a cocinar las cosas que has comprado, porque como ni siquiera sabías lo que era…no sabías lo que te podías encontrar al abrir el paquete. Cocinar es uno de los mayores entretenimientos aquí, en Kuntotie.

Sin duda alguna, una experiencia altamente recomendable. Ah! Y por si alguno lo había pensado, la realidad no tiene nada que ver con la imagen, es sólo para que vosotros sí que tengáis esa visión de mí haciendo la compra...

domingo, 16 de septiembre de 2012

The Freshmen experience

Quizás muchos no sepáis lo que significa “Freshmen”, yo tampoco lo sabía. Pero Google me sacó de dudas, y también sembró el miedo dentro de mí. “Novato”, eso es lo que significa. Y, asociado a ese término, las novatadas. Una parada más dentro de estos días de “Orientación” con los que hemos ido dando nuestros primeros pasos en la universidad. Y sí, después de una licenciatura y en mi tercer año de Grado de Magisterio, estaba dentro de la lista de novatos.
 
La imaginación empezó a correr y las piernas a temblar sólo de pensar en qué podía pasarnos. Las indicaciones eran: movie theme, take a toilet roll and some drinks and candies for tutors (temática de películas, llevar un rollo de papel higiénico y bebidas y dulces para los tutores).

Allí nos presentamos, sin disfraz pero con nuestro rollo de papel higiénico dentro del bolso, que aún sigo sin saber para qué servía. En el centro del pueblo, decenas de personas, agrupadas por facultades, esperaban ansiosos sus pruebas o retos. Aunque quizás ansiosa no era el mejor adjetivo para describir cómo me sentía yo…

Los tutores nos fueron guiando a todos hacia un parque y, después de gritar a todo pulmón el rincón del mundo del que procedíamos, nos mandaron colocarnos en un gran círculo desde el que haríamos el brindis de bienvenida. Quisieron hacernos creer que era un vaso de un licor finés, pero no, era un vaso de agua con una gotita de ese licor. Primera novatada.

Después de la primera ración de alcohol, nos separaron por grupos para llevar a cabo una serie de pruebas. La primera, una carrera de relevos llevando un pepino entre las piernas, sin poder utilizar las manos, tampoco para pasar el pepino a tu compañero… Al terminar la carrera, había que comerse el pepino. Sí, a todos nos resultó desagradable.

La segunda prueba consistía en elegir a un miembro del grupo que iría con los ojos vendados, mientras el resto del grupo le indicaba cómo encontrar una botella de vino escondida por una zona del parque. Una vez que encontrada, tenía que llevarla de vuelta al grupo y, entre todos, bebérnosla. Alcohol una vez más.

Las dos pruebas siguientes consistieron en hacer una pirámide humana con todos los miembros del grupo y en disfrazar a uno de nosotros con los pocos materiales que nos ofrecían. Un cúmulo de risas y de primeros contactos con estudiantes finlandeses.

La quinta prueba nos invitaba a más movimiento. Teníamos que conseguir una serie de objetos de una lista, entre los que se encontraban: un soldado, un condón, una estrella, una varita mágica, un animal, un instrumento musical, una anilla de una lata o algún objeto perteneciente a otra asociación. Nos pusimos en marcha y, tirando de originalidad, conseguimos todos los objetos. Pero antes de llegar al final del juego, nos quedaban dos pruebas más.

La penúltima, la más humillante. Típica prueba de campamento. Todos los miembros del grupo, colocados en círculo, tenían que pasarse una cuerda por debajo de la ropa interior en el menor tiempo posible. Prometo que vi cosas que jamás había visto antes, a pesar de estar entre “adultos” y de haber hecho esta prueba como monitora durante muchos años. Vi a gente desnuda, pero integral. Y a chicas en ropa interior sin pudor alguno. Vale, estábamos dentro de un edificio (perteneciente a la universidad y reservado sólo para fiestas), pero lleno de ventanales. Desde el exterior podíamos ver todo lo que estaba pasando dentro. Cierto es que la cantidad de alcohol acumulada en su cuerpo a estas alturas del juego ya era incalculable…

La siguiente prueba fue mucho más divertida. “Three things”, ese era su nombre. Colocados en círculo una vez más, había que lanzar a tu compañero de la izquierda una pregunta sobre tres cosas que le apetecía hacer en ese momento o lo que se te pudiera imaginar. A su vez, tu compañero tenía que responder las tres primeras cosas que se le vinieran a la cabeza y lanzar su pregunta a su compañero de la izquierda. Fue una mezcla entre finés e inglés, e incluso español, porque en momentos de nervios te sale tu lengua materna… Terminamos el juego bailando “La Macarena”, con eso lo digo todo…

Volvimos al centro del pueblo, donde esperaban el resto de grupos y todos los tutores, que ya se habían olvidado hasta de sus nombres y sus funciones por los tipos diferentes y cantidades insospechadas de alcohol que corrían por sus cuerpos.

Terminamos haciendo, por grupos, el juego de las películas y el recuento total de puntos que había acumulado cada grupo. Una vez proclamado el ganador y con el frío, asombro y cansancio almacenado dentro de mí, volví a casa.  

Esta ciudad y este país nunca dejarán de sorprenderme.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Comienza la universidad

Como si fuese el primer día de colegio, mi estómago estaba hecho un nudo y mis nervios a flor de piel antes de cruzar la puerta de la universidad. El frío que había pasado de camino, con la bici, ya se había quedado atrás. Al entrar, la imagen de “Madrileños por el mundo” vino enseguida a mi mente: allí estaban los percheros donde poder dejar el abrigo y las botas. Aún me cuesta imaginar cómo será todo esto cuando la nieve nos llegue a las rodillas y tengamos que descalzarnos para evitar la congelación de nuestros pies…

No tenemos muy claro hacia dónde tenemos que dirigirnos, pero unos simples post-its con forma de flecha, siempre tan útiles, nos van indicando el camino. Sí, aquí es. Hay un grupo de gente de nacionalidades muy diferentes, que aún no han empezado a mantener conversaciones. Sin duda, estamos en el sitio correcto. Aquí comienza la “Orientation week”.

Saludos del rector, palabras de bienvenida, presentación del profesorado y… ¡¡¡presentación individual de cada uno de nosotros!!! ¡Qué vergüenza! Al final, prueba superada, pero difícil evitar que tiemble la voz. Tour por la universidad, recogida de certificados y tiempo libre para comer. Sí, para comer a las 11 de la mañana. Quién nos iba a decir que cuando estábamos eligiendo el bocadillo, una de las ofertas más suculentas era… carne de reno. Igual que pasean por nuestro jardín, los filetean y los meten en bocadillos. Para que luego se quejen de lo que hacemos nosotros con el cerdo.

Ya con el estómago lleno, volvemos a la sala de  conferencias. Información práctica, avisos, asociación de alumnos y… el comité organizativo del ocio para los estudiantes Erasmus. Qué mejor manera de presentarse que poniendo fotos de estudiantes de fiesta, en biquini en la sauna o bebiendo en las tazas del desayuno (cosa muy común, por la falta de material de cocina…). La primera reacción: un ataque de risa. La segunda: un pensamiento: la idea de Erasmus=fiesta, ¿viene de casa o se fomenta desde la universidad de destino? Me resulta curioso que desde dentro de la propia universidad nos inviten a eso, mientras que, dentro de la misma sala, pero sólo unos minutos antes, nos habían estado animando a la responsabilidad y al esfuerzo.

Ya de camino a casa, mil sensaciones y pensamientos pasan por mi cabeza. Ganas de luchar, de esforzarme y de trabajar mucho. Ganas de aprender de cada persona. Ganas de disfrutar esta experiencia. Ganas de vivir MI ERASMUS.